MANDALA: hacia nuestro interior
La palabra Mandala es de origen sánscrito y significa círculo sagrado. Es un símbolo de sanación, de totalidad, unión, integración. Mas allá de su definición como palabra, desde el punto de vista espiritual, es un centro energético de equilibrio y purificación que ayuda a transformar el entorno y la mente. Podríamos decir que todo en nuestra vida posee las formas del círculo...
Todo ser Humano tiene su centro, el cual es reconocible, y todos los buscamos constantemente. La experiencia consciente del centro se vive como una armonía y dicha indescriptible.
El diseño geométrico nos transmite estabilidad y equilibrio. De esta manera, podemos recuperar nuestra armonía innata y creatividad.
El Mandala puede ser una guía para ubicarnos en nuestro centro mas profundo y así integrar los diferentes aspectos de nuestra vida. Puede ayudarnos también a superar la sensación de desintegración que tan frecuentemente se experimenta hoy en día.
A medida que profundizamos nuestro conocimiento en el Mandala el potencial guardado en nuestro interior comienza a manifestarse cada vez mas con mayor intensidad.
Es muy probable que la universalidad que existe de las figuras mándalicas se deba al hecho de que las formas concéntricas sugieren una idea de perfección ( de equidistancia con respecto a un centro) y de que el perímetro del círculo evoco el eterno retorno de los ciclos de la naturaleza.
Esta universalidad de los mándalas hizo que el psiquiatra Carl Jung los privilegiara como expresiones de lo inconsciente Para Jung, el centro del mandala figura al sí-mismo, que el sujeto intenta lograr perfeccionar en el proceso de individuación.
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