EL PERFUME DE DIOS---- Maharaji Prem Rawat
Voy a muchos lugares diferentes y hablo sobre la paz. El otro día estaba pensando qué es la paz, y comprendí algo: la paz es el perfume de Dios. Cuando Dios está cerca de ti, hueles ese perfume. Y es un perfume exquisito. Es maravilloso. Los sentidos danzan, y en ese momento la vida se completa. Ese precioso aroma, ese maravilloso perfume, es lo que el corazón desea, una y otra vez. Con la paz y el amor sucede algo curioso. Cuanto más tienes, más quieres. No puedes contentarte diciendo: “He sentido amor una vez, así que ya es suficiente”.
Y ya que he hablado del perfume, voy a decir algo sobre Dios. Una persona me hablaba de la cantidad de religiones que hay y me preguntó si eso era un problema. Le dije: “Perdona, el problema no es Dios. Lo que indudablemente es problemático es cómo lo define la gente”.
Fíjate en la flor que se abre en el jardín. Así es como eres. El hecho de que desees tener paz en tu vida no es ninguna casualidad; tampoco es una casualidad que necesites sentir plenitud en tu vida. Sé que hay gente que pregunta: “¿Cómo es posible que haya paz?”. ¿Tienes alguna otra opción? Yo hablo de algo real. Es viable y puede mantenerse durante un futuro previsible. Se llama “paz”.
La guerra no es una opción viable, y no es previsible, porque si la gente sigue luchando quedará sólo una persona. Una. Y ésa quedará porque se escondía.
Así pues, ¿qué es esa paz de la que hablo? ¿Qué es esa plenitud? La paz de la que hablo es la que reside en ti, en tu corazón. La realidad de tu existencia no es la que tú crees.
Alguien ha dicho que este cuerpo es polvo y que un día se convertirá en polvo otra vez. Sé que a nadie le gusta pensar eso. A mí tampoco. Pero eso me pone en mi sitio. Hay una cosa que he entendido: lo importante no soy yo, lo esencial no son mis ideas. Quiero ser la voz de esos millones y miles de millones de personas silenciosas que rezan a su manera cada día y esperan, y esperan, y esperan en silencio que un día haya paz en la Tierra.
El día en que empieces a aceptar la dulce realidad de tu existencia —y subrayo la dulce realidad de tu existencia— es cuando entenderás la importancia de la paz. Ese día empezarás a comprender la sencillez de estar vivo. Ese día comprenderás de qué trata todo esto.
Comprendes el valor del dinero, y en estos días aún lo comprendes mejor, ahora que parte de él se ha esfumado. ¿Cuándo entenderás el valor del aliento? ¿Por qué no entendemos el valor de una persona hasta que se va? ¿Por qué sólo entendemos el valor de este aliento cuando ya no podemos tomar ni uno más? ¿Cuál es el valor de este aliento? Es lo que hace que tú seas tú, y no polvo.
¿Es eso valioso? Sí. ¿Y qué es? Un regalo. ¿De quién? De Dios; de aquel que no puede ser definido. Ese Dios. Así que la pregunta que te hago es: este aliento es un regalo de Dios, ¿has olido el perfume de Dios en él? ¿Quieres hacerlo? ¿Sentir en este aliento la presencia de la paz? ¿Sentir que el corazón se llena de alegría? ¿Ver con la sencillez de un niño? ¿Comprender, no la pregunta, sino la respuesta?
Lo que buscas está, y siempre ha estado, dentro de ti. No en algún otro lugar.
Lo que digo no sale de un libro; viene de mi corazón. Y no es para tu mente, sino para tu corazón. Si quieres, puedes saber más. Si quieres, puedes encontrar la paz que yo he encontrado. Es muy sencillo. Cuando oscurezca, enciende la lámpara. Para eso no hace falta ser un genio, ¿no? Pero tienes que saber dónde está la lámpara y cómo encenderla mientras aún hay luz.
Permanece inmóvil. Quédate quieto y lo comprenderás, porque aunque haya tanto movimiento en este mundo, en tu interior hay una quietud majestuosa. No tienes por qué renunciar a nada. No necesitas dejar tu religión, ni tu familia, ni tu trabajo, para encontrar paz interior. Ya está dentro de ti.
Enciendes incienso para que tu casa huela bien. En esta casa hay otro incienso quemándose. Huélelo. Es el perfume de Dios. Y siéntete plenamente satisfecho.
Prem Rawat
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