PRÁCTICA Y ECUANIMIDAD
La alteración constante de la mente procede, sobre todo, de nuestras preferencias y aversiones. Éstas se expresan en forma de apego o repulsión hacia objetos, personas o situaciones. La repulsión es una forma negativa de apego. Nuestra mente actual es como una pluma que se deja arrastrar por el viento en todas las direcciones. Para aquietar la mente, tenemos que liberarla de lo que la empuja o tira de ella, de sus gustos y aversiones.
Aunque haya perturbaciones externas, podremos disfrutar de una gran paz si nuestra mente se libera de ellas. Nuestras alteraciones internas se deben sobre todo a la negatividad que hay en nuestra mente. Tenemos que llegar a ser conscientes de la carga que suponen esas tendencias y sentimientos negativos. Sólo entonces desearemos desacernos de ellos. En un determinado moemento, tendremos que vencer nuestros defectos y, dado que las perturbaciones internas son más poderosas para quebrar nuestra paz mental, nos conviene dominar esos efectos lo antes posible.
Para liberarnos de las perturbaciones internas, tenemos que disiplinar nuestra mente. Al principio supone todo un desafío la práctica para contener y controlar a la mente, pues solemos concederle a la mente una libertad total. Sin embrago, a su debido tiempo, empezará a gustarnos el proceso de diciplinar la mente.
Swami Ramakrishnananda Puri.
(dicípulo de Amma, "Mata Amritanandamayi Devi)
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